Por HUMBERTO CONTRERAS VIDAL
En el mes de enero del presente año 2024, se escribió un texto titulado: ¿Cómo saber que un producto ha expirado o está vencido?
En ese escrito se concluyó que, un producto vencido es el que ha cambiado sus propiedades físicas. Cambia su color, olor, sabor, dureza…entre otras; lo cual indica que químicamente se ha transformado, es decir, se ha dañado. También se dijo que: “Con ojos de químico la vida es más fácil, barata, emocionante y segura”.
En esta ocasión se quiere ofrecer otras ideas no sólo para reconocer el producto dañado sino también para que se sepa de antemano como prolongar la vida útil de un producto.
Es común observar que la tinta con la que se escriben las letras de la mayoría de etiquetas y facturas se daña más rápido que el producto mismo.
En ocasiones, uno piensa que hay mala fe cuando se dice: “Para devolución o reclamar garantías se necesita presentar la factura original, y a veces, hasta la caja donde ha venido empacado el producto”. El fabricante, muchas veces, cuenta con el apoyo indirecto del distribuidor del producto. Ya que éste sabe que la tinta impresa en la factura suele deteriorarse con mucha mayor rapidez que el propio producto vendido.
Cuando no se puede leer la fecha de expiración o de vencimiento, se crean dudas que llevan a la conclusión de que ese producto es viejo y ya no sirve. Quien lea este relato debería cambiar esa forma de pensar.
La realidad es que, si usted conoce el producto, no necesita leer una fecha de expiración para saber si el producto está en buen estado.
Tenga presente que un producto, la materia en general, permanece más estable químicamente (dura más), cuando se mantienen las siguientes condiciones:
· Si el producto está tapado, dura más.
· Si el producto es sólido, dura más.
· Mientras más seco es el producto, dura más.
· Mientras menos agua tenga, dura más.
· Mientras más frío y oscuro sea su almacenamiento, dura más.
· Las soluciones de compuestos inorgánicos duran más que las soluciones de compuestos orgánicos. (Una solución de agua salada -NaCl- es mucho más estable que una solución de azúcar -C12H22O11-).
Recuérdese que, basta que se vea bien-mantenga su color-, que huela bien y que sepa bien para que se pueda decir que el producto aún está en buen estado.
En términos estrictos, si no han cambiado las propiedades físicas de un material la composición química sigue siendo la misma.
Se ha querido insistir en este tema para que se entienda que la ciencia química puede ser utilizada como una herramienta de uso popular por la mayoría de las personas.
El aprendizaje es un proceso totalmente individual y cada persona puede incorporar ideas de diferentes áreas del conocimiento poco a poco.
Este tema ha sido retomado debido a que se ha recibido un mensaje donde se señala que la mayoría de medicamentos conservan sus propiedades de acción terapéutica años después de la fecha de vencimiento indicadas por los mismos.
Debido a lo delicado de esta información y del cúmulo de intereses económicos que están envueltos en este tema, se encontrarán estudios científicos a favor y en contra de la misma.
Sin embargo, una opinión objetiva debería aceptar que las fechas de vencimiento de muchas pastillas está más relacionada con el mercado que con la estabilidad de la composición química del principio activo.
En la República Dominicana se suelen recibir productos de diferente naturaleza que son enviados desde el extranjero. Gracias a esos productos (alimentos, fármacos, entre otros) muchas personas cubren parte de sus necesidades alimenticias y farmacéuticas.
Lo anterior es una clara evidencia de que productos que están próximos a sus fechas de vencimiento, y otros, ya vencidos por meses o años, están cumpliendo con la función nutritiva o terapéutica esperada.
Es recomendable que, ante cualquier duda, se pida la opinión del médico de su confianza, antes de consumir una pastilla de la cual se tenga duda. No obstante, las recomendaciones indicadas en este texto están respaldadas por los conocimientos científicos que nos ofrece la química.
Finalmente, se recomienda hacer imágenes y guardar en lugar seguro y de forma digital, las etiquetas, recibos, facturas y todo tipo de documento que requiera ser conservado o archivado. De esta manera las palabras podrán ser leídas aún después de la transformación química inevitable que sufrirán tanto la tinta como el papel.