Por: Lic. En Ciencias Políticas Yeudy Maldonado Báez
El auge de las redes sociales y las nuevas herramientas tecnológicas de comunicación en los últimos años, ha permitido el surgimiento de nuevas formas de interacción/comunicación entre personas y segmentos poblacionales importantes. Uno de los fenómenos más destacado en los últimos años, se ha centrado en el crecimiento exponencial de los programas digitales con episodios o Podcasts, que han capturado la atención de un público cada vez más amplio, en el que plataformas como YouTube, Spotify y Apple Music, por solo mencionar algunas, se han convertido en promotores y hogares de estos contenidos digitales, permitiendo a los creadores de los mismos conectar de manera más directa con sus audiencias, que en muchos casos superan los millones de personas.
Como lo indica la definición de la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), institución que promueve el buen uso del español en los medios de comunicación e Internet, un podcast es un programa de contenido multimedia (audio y video) digital, similar a un programa radial, pero con algunas diferencias clave:
1. Su formato se basa en estructuras de episodios en los que se abordan diversos temas, dependiendo del público al que va dirigido o la temática de los talentos que integran el programa.
2. Ofrece una comunicación más directa, llana, menos formal o ❝chill❞.
3. Puede ser escuchado en cualquier momento, siempre y cuando se tenga una conexión a internet, mediante la reproducción ordenada o no de sus episodios.
4. Escenarios donde se desarrollan y diseños gráficos no convencionales.
5. Fomenta la creación de Comunidades Digitales en torno al objetivo del programa, los temas que trata o sus integrantes, lo que ha cautivado el interés de las nuevas generaciones, que se sienten identificadas con este nuevo estilo de comunicación.
El foco de atención que los podcasts han despertado en distintos segmentos poblacionales y rangos de edad se ha hecho muy notorio, generando un interés político significativo a nivel mundial. Esto se evidenció en el pasado torneo electoral estadounidense, donde las campañas de Kamala y Trump delinearon estrategias electorales focalizadas en redes sociales, centrando la promoción de sus candidaturas en plataformas de podcasts y las comunidades digitales creadas en torno a estos, con el objetivo de captar nuevos votantes y acercase a las nuevas generaciones, utilizando como insumo principal el formato diferente de comunicación, menos pesado o rígido y más atractiva para los jóvenes.
Un ejemplo de esto fue la aparición de ambos candidatos (Kamala y Trump) en podcasts como: Unlocking Us, All-In, The Joe Rogan Experience y Call Her Daddy, que en conjunto superan los 20 millones de visitas y reproducciones semanales e ingresos de más de USD$100 millones de dólares anuales, lo que pone en evidencia un entendimiento de ambas campañas del impacto, la importancia y provecho de las nuevas herramientas comunicacionales con un fin político/electoral y de marketing.
Latinoamérica y la República Dominicana no se quedan atrás en todo este frenesí por los podcasts. Desde presidentes, expresidentes, precandidatos presidenciales, directores de fundaciones, partidos políticos e incluso figuras del arte y entretenimiento, han migrado hacia esta nueva herramienta tecnológica/comunicacional, con el fin estratégico, según dependa el caso, de vender un mensaje, idea, ganar dinero o proyectar una imagen cercana.
A pesar de su facilidad para ser escuchados mientras vas al gimnasio, cocinas, cuidas a los hijos, paseas a tu mascota, viajas o simplemente trabajas, escuchando temas políticos, económicos, de arte, cultura, música, deportes o cocina, y de su relativa fácil creación que solo requiere una plataforma digital gratuita como YouTube y una pequeña inversión en instrumentos como micrófono y cámaras, lo cierto es que, desde la perspectiva mediática, esto pudiera ser un arma de doble filo, ya que de no contar con una buena estrategia a la hora de formular el contenido del proyecto, definir el público objetivo o participar activamente como figura en cualquier podcast como invitado, se corre el riesgo de que la imagen se vea afectada considerablemente con etiquetas negativas o, en su defecto, en la destrucción mediática de la misma.
Sin lugar a dudas, los podcasts han llegado para quedarse. En un mundo digital con estructuras mediáticas muy estrictas, con las cuales muchos no se sienten identificados, este nuevo formato digital de comunicación, que se sustenta por completo en una conversación franca, relajada y sincera, empieza a marcar la pauta sobre el futuro no muy lejano que nos espera. Por lo pronto, me tocará montarme en la ola e ir pensando en un nombre para mi proyecto; quizás tenga una comunidad global cautiva que desconozco en estos momentos. Nunca se sabe hasta dónde se puede llegar si no se intenta.
