(I)
Por Oscar López Reyes
Los que por la fervorosa década de 1970 apostamos por la República Popular China, porque intelectualmente nos nutríamos de la literatura de izquierda revolucionaria y nos abrazamos a las cinco tesis filosóficas de Mao Tse-Tung, estamos asombrados por el giro económico-liberal de esa Nación y, más aún, por el reenfoque socio-estructural y sistémico de las ideas y plataforma de Gobierno del “Gran Timonel”, cuyos restos reposan como simbolismo turístico en la Plaza de Tiananmen.
Sobreviviente de tres arrestos, un levantamiento armado y de la guerra civil chino-japonesa, Mao Tse-Tung inició (el primero de agosto de 1934 la Larga Marcha (guerra de guerrillas prolongada), con más de 100 mil soldados. Tras una travesía de 12 mil kilómetros y quedando tan sólo ocho mil combatientes, el primero de octubre de 1949 (15 años y dos meses después), proclamó la República Popular China, y ostentó la jefatura del Estado.
Nacido en Hunan (China) en 1893, con su Ejército Rojo Mao Zedong condujo, desde Kiangsi, la Larga Marcha, que atravesó 18 montañas, varias de ellas nevadas y 24 ríos de 12 provincias, avanzando de noche y descansando de día en las cuevas. El poderío de la táctica guerrillera y la habilidad de traslación, sin desalentarse por el hambre, las muertes y deserciones, vencieron a las tropas del presidente de la República de China, Chiang Kai-Shek, y su Partido Nacionalista o Kuomintang.
Luego de la proclama victoriosa de Tiananmen, el Partido Comunista promovió las comunas populares, la compartición de las rentas entre personas (40%) y el Estado (60%), y la revolución cultural proletaria. Colaboró con la revista Nueva Juventud, fue redactor jefe de la Semana Política, vocero oficial del Kuomintang; publicó libros sobre la guerra prolongada, las operaciones de guerrilla antijaponesa, la nueva democracia, la dictadura democrática popular, las experiencias históricas de la dictadura del proletariado, cuatro tomos de sus Obras Escogidas (más de 150 millones de ejemplares), el pequeño Libro Rojo (740 millones de copias) y sus poemas (96 millones de reproducciones).
En 1976 fue puesto en capilla ardiente quien motorizó la única Gran Marcha en la historia de la humanidad, testimonió que una fuerza pequeña puede derrotar a una grande, liberó a China, sepultó el feudalismo y su estancamiento de siglos. Mao ha influido en miles de millones de personas y forjó el Estado socialista, luego del Gran Salto hacia Adelante que abrió la compuerta para el nuevo liderazgo de Deng Xiaoping.
En consonancia con los cambios globales, como presidente de China (1978-1989), Xiaoping apadrinó las cuatro modernizaciones de la Nación: agricultura, industria, defensa nacional y ciencia/tecnología. Sancionó una nueva Constitución, y liberó y dio apertura hacia el exterior a la economía, en un socialismo con características propias de China. Esas reformas de mercado fueron otro gran salto de crecimiento, por lo que recibió la consideración de arquitecto de la China moderna.
Igual que sus dos antecesores, desde el 2013 el otro líder supremo, Xi Jinping, se destacó como un gran reformador, con énfasis en el intercambio comercial y los vínculos diplomáticos internacionales. Entre los gobiernos de Xiaoping y Xi Jinping colocaron a la Nación asiática como la segunda potencia económica mundial, en una revolución que cambia el orden económico y la geopolítica universal, y que la pone en la ruta de convertirse en la primera economía global.
En ese circuito -bajo el poder supremo del partido único (el comunista PCCh), en el 2018 en China había 568 multimillonarios -más que en Estados Unidos: 535. ¡Oh! Iba muy rápido, y la evolución detuvo esa velocidad: en el 2023 la de George Washington tenía 735 billonarios, y la de Mao 495, según Forbes, lo que revela que devino en un sofisma la eliminación de la propiedad privada sobre los medios y la justa distribución de las riquezas, para resquebrajar las desigualdades.
Ese hecho demuestra, además, que el capitalismo como dialéctica contemporánea, es superior al socialismo. En China dominan las relaciones de producción financistas, disfrazadas de “colectivismo bolchevique”, y un absolutismo que no saca a millones de chinos de la pobreza.
¿Qué pensaría en su tumba “El emperador rojo” sobre el renacer del confucianismo y el nuevo “socialismo del siglo XXI”. Xi Jinping glorifica tanto a Confucio como Mao, vende la figura de este junto a la suya y se proclama maoísta y marxista. Lógicamente que Mao y Xi Jinping no son iguales, porque han gobernado en etapas históricas diferenciadas.
En lo relativo a la República Dominicana, ¿desde cuándo tenemos la presencia de chinos? ¿Cuál fue la repercusión de la revolución de Mao y las reformas de mercado de Xiaoping y Xi Jinping? ¿Cuántos chinos residen en nuestro país? ¿Cuántos siguen los lineamientos de Mao? ¿Cuál ha sido la penetración en el comercio? ¿Cuál ha sido el intercambio bilateral en las esferas económicas, comerciales y de inversión? ¿Ha sido el presidente Luis Rodolfo Abinader Corona equilibrado en sus relaciones con el gigantesco país del idioma mandarín y la competencia de éste con Estados Unidos?