Prof. Ramón Lebrón
Lejos de pensar en que tiene todo el poder que exigen la constitución y demás leyes, lejos de pensar en las recaudaciones y distante de pensar en sí mismo o en caprichos, el Presidente escuchó el pueblo, analizó sus opiniones, no pasó por alto el sentir de los habitantes del país que él gobierna.
Abinader una vez más da muestra de civismo, de demócrata y de estadista con la cabeza bien amueblada y los pies sobre la tierra.
Con el retiro del proyecto de ley de modernización fiscal nos dio a entender que su anhelo es dejar el país mejor de como lo encontró y que jamás se ha de imponer su voluntad, sino lo que el pueblo decida y quiera.
El presidente ha sido demasiado humano y razonable; aún todos sabemos que la reforma es necesaria, también entendió que no es el momento y que debemos esperar.
El mandatario ha de buscar otras vías para recaudar lo que hace falta para brindar los servicios que reclama la sociedad.
Insto a que se regulen las normas, para bajar la evasión de impuestos, que limiten las exoneraciones de funcionarios y legisladores, que quiten el barrilito, que bajen los salarios a aquellos que están por encima del presidente (sabemos que el gobernador del banco Central es la excepción), normalizar a aquellos que no pagan energía eléctrica, iniciando por las grandes empresas tanto locales como extranjeras.
Existen infinidades maneras de recaudar fondos y evitar las pérdidas, y estoy seguro que haciendolo de esta forma el país y el mundo se lo ha de agradecer y será recordado como el mandatario que siempre escuchó las voces de los de abajo.