Por Anthony Almonte
El 3 de febrero de 1973, nueve hombres desembarcaron en Playa Caracoles, al sur de la República Dominicana, en grupos de tres, dos y uno. Su objetivo era iniciar un frente guerrillero contra el gobierno del entonces presidente Joaquín Balaguer. Al frente del grupo se encontraba el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, una decisión que generó críticas debido a que, años antes, había luchado contra un golpe de Estado, y ahora encabezaba una acción de carácter insurgente.
En una alocución transmitida por una cadena de radio y televisión, el presidente Joaquín Balaguer expresó:
“Hace apenas algunas horas regresé de la zona del municipio de San José de Ocoa, donde actualmente se desarrollan algunas acciones subversivas realizadas por el grupo de guerrilleros… Inspeccioné personalmente, en compañía del secretario de Estado de las Fuerzas Armadas y el Jefe de Estado Mayor del Ejército, el sitio en que se produjo el primer choque sangriento.”

Trece días después del desembarco, el 16 de febrero de 1973, las Fuerzas Armadas anunciaron la muerte de Caamaño junto a dos de sus compañeros en el paraje Nizaíto, en la sección La Horma de San José de Ocoa. El contralmirante Ramón Emilio Jiménez (hijo), secretario de Estado de las Fuerzas Armadas, el mayor general Enrique Pérez y Pérez y el brigadier Juan René Beauchamps Javier presentaron los cadáveres de Caamaño, Heberto Lalane José y Alfredo Pérez Vargas a un grupo reducido de periodistas, quienes fueron trasladados en helicóptero al lugar donde se encontraban los cuerpos.
Aunque las Fuerzas Armadas informaron oficialmente que Caamaño murió en combate, testimonios posteriores afirmaron que, tras ser herido y capturado por tropas del Ejército Nacional, fue fusilado, descuartizado y sus restos quemados.
Un día como hoy, hace 52 años, Francisco Alberto Caamaño Deñó fue ejecutado, marcando un capítulo trágico en la historia de la lucha por la libertad y la justicia en la República Dominicana.