Por Anthony Almonte
La última semana de marzo de 1844, Santiago de los Caballeros, la capital del Cibao, era una ciudad inquietada por una desoladora consternación, donde “el desaliento y el temor cundían por todas partes”. “Con muy raras excepciones, todos pensaban en la fuga”. Era un laberinto sin jefe, sin orden, sin disciplina; unas veces se entusiasmaba y otras veces perdía la seguridad del triunfo. Quince mil haitianos, habiendo atravesado la frontera sin mayores dificultades y después de derrotar en Talanquera al General Francisco Antonio Salcedo, se venían encima de la ciudad.
El 27 de marzo del mismo año, la Junta de Gobierno Dominicano llamó al general José Maria Imbert, quien en ese entonces era comandante de operaciones en Santiago, con el fin de que organizara el contraataque a los haitianos, oferta que este aceptó. Imbert se puso manos a la obra, atrincheró la ciudad, construyó fosos y tomó medidas de precauciones que le facilitaran la victoria. José Maria Imbert fue acompañado por oficiales de la talla de Pedro Eugenio Pelletier, jefe de la línea principal, Archielle Michell, encargado de la Defensa del Fuerte Libertad, el comandante Ángel Reyes, Ramón Franco Bidó, José Nicolás Gómez, Fernando Valerio López, los artilleros José M. López, Lorenzo Mieses, Dionisio Mieses, José Gómez Mallot, Toribio Ramírez, Marcos Trinidad López, entre otros dominicanos, dispuestos a defender el terreno santiaguense. El general Imbert hizo un manejo apropiado del lugar donde se iba a efectuar la lucha.
El 29 de marzo, al caer la tarde, el general Pierrot separó sus tropas y procedió a acercarse a la ciudad de Santiago de los Caballeros con más de 2,000 soldados en cada columna. Según testigos oculares, antes del amanecer “entró a la ciudad un desfile militar de música por el Fuerte Libertad”. El ejército invasor se resguardó en Gurabito y el defensor dirigido por José M. Imbert aguardó en el Fuerte Dios, Patria y Libertad, situado frente a la sabana de Santiago de los Caballeros.
La batalla inició después de que Imbert y sus tropas cruzaron el río Yaque del Norte para atrincherarse a su derecha y dirigirse hacia el camino de la Herradura.
El enemigo atacó y fue embestido por Imbert en el fuerte “Dios, Patria y Libertad”, frente a la Sabana de Santiago de los Caballeros. Los haitianos hicieron un nuevo contraataque que fue expulsado por la artillería dominicana y la fusilería de Fernando Valerio López.
Los haitianos lanzaron un ataque desesperado y fueron derrotados con los cañones del fuerte “Dios, Patria y Libertad”, y por la resistente infantería de Fernando Valerio López.
El grupo de los Andulleros de Fernando Valerio López jugó un papel eminente en el triunfo logrado por los dominicanos. Aunque muchos de estos soldados murieron con sus lanzas en las manos, otros no se rindieron y continuaron la lucha. Nuestros soldados se enfrentaron al enemigo cuerpo a cuerpo; comenzó una fusilería bastante intensa y el enemigo se atemorizó y retrocedió, dejando algunos de ellos muertos por nuestras lanzas y machetes.
Según el doctor Llenas: “Una de sus tropas, al intentar penetrar en la población entre el fuerte Libertad y el Yaqué, fue enfrentada por Valerio, quien después de una lucha heroica, los hizo retroceder destrozados por el machete dominicano”.
De acuerdo con Price-Mars, las pérdidas totales del ejército haitiano, antes de que pudiera atravesar el Masacre y llegar al Cabo Haitiano, se estimaron en alrededor de setecientos hombres entre muertos y heridos.
Participación de la mujer: Juana Saltitopa fue un apoyo invaluable para el bando dominicano. La valiente dominicana Juana Trinidad, también conocida como “Juana Saltitopa” o “La coronela”, se le atribuye haber brindado una valiosa ayuda a las fuerzas criollas para que pudieran vencer a los haitianos en la Batalla del 30 de marzo.
Consolidación de Sangre y Fuego de la Independencia Nacional: El triunfo en la Batalla del 30 de marzo de 1844 en Santiago, República Dominicana, consolidó la determinación de luchar por la independencia nacional proclamada el 27 de febrero del mismo año. La victoria de las tropas dominicanas, lideradas por el general José María Imbert, sobre las fuerzas haitianas, fue recibida con júbilo en la parte este de la isla. Después de resistir cinco ataques por dos flancos, los invasores sufrieron unas 600 bajas y una mayor cantidad de heridos, mientras que los nativos no registraron pérdidas.
Referencia bibliográfica.
Beras Morales, Francisco Elpidio. “Las Batallas de Marzo.” CLIO 118-119.
Cassá, Roberto. Antes y después del 27 de Febrero: Santo Domingo. Archivo General de la Nación, Vol. CCXCI, 2016.
Llenas, Alejandro. Apuntes Históricos sobre Santo Domingo. Editor: Andrés Blanco Díaz. Volumen 41. Archivo General de la Nación, 2007.
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